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La Táctica y la Competitividad Empresarial


Aprendí el significado de la palabra “táctica” a la tierna edad de 9 años. Los compañeros nos juntábamos en el patio del recreo para jugar al fútbol. Los capitanes eran Joaquín, al que su padre entrenaba porque iba a jugar en el Real Madrid cuando fuese mayor, y mi amigo Nicolás. Eran los capitanes porque eran los mejores. Joaquín, que era el mejor, elegía el primero. Siempre elegía a Eudes porque cuando corría con el balón nadie podía pararlo. No es que jugase muy bien, pero era muy fuerte y daba miedo. Después Joaquín me elegía a mi porque éramos “mejores amigos”.

El sistema era totalmente injusto. Joaquín siempre elegía el primero por lo que, jugador por jugador, eran mejores. Además, en nuestro equipo siempre estaba Alcestes, que era un compañero estupendo pero bastante “fuerte” y “ancho”. Durante el recreo tenía que comerse dos tostadas de pan con mantequilla y un Bollycao, y como eso le mantenía bastante ocupado, siempre le elegíamos el último.

Lo pasábamos bomba aunque perdíamos siempre: 11-5, 9-5, 10-4, … Un día, Joaquín, que era “superdotado” en táctica, me dijo: “¿Te das cuenta que jugamos con 6 delanteros y sin defensas?. Yo le dije: “Claro, nadie quiere jugar de defensa, es muy aburrido”. Joaquín me dijo: “Y ¿si ponemos a Alcestes?”. “No va a querer”, le dije. “Y ¿si le regalamos un Bollycao?”.

Alcestes aceptó. Al día siguiente cada vez que algún jugador de su equipo se acercaba a nuestra portería, Alcestes iba corriendo y despejaba fuera. Como era muy ancho, era difícil de regatear. Ganamos 2-5. Fue increíble. Y los dos goles nos los metieron al principio, mientras Alcestes estaba comiéndose los dos Bollycaos rápidamente para liberar una mano y poder correr.

En el mundo de las organizaciones, mi asignatura favorita es la competitividad. Creo que es la base de todo. Una empresa competitiva, un gobierno competitivo, un equipo de fútbol competitivo siempre serán sinónimos de éxito. Para alcanzar el éxito solo debemos trabajar la competitividad.

La mejora de la competitividad se puede abordar con muchos enfoques. Hay un enfoque que clasifica las acciones de mejora en simplificación (eliminar completamente una función que aporta poco o nada a los resultados), transformación (modificar a través de la tecnología una función para mejorar su eficiencia) e innovación (cambiar totalmente una función para hacerla de otra forma).

Mi experiencia me ha enseñado que más del 60% de las acciones exitosas de mejora de la competitividad se consiguen a través de la simplificación. La simplificación pone foco en la eficiencia, en el ahorro, y si hablamos de fútbol, pone foco en la defensa.

Después de mi experiencia a los 9 años y el súper-triunfo en lo más importante que existe en la vida a esa edad (el partido de fútbol del patio del recreo), creo que es fácil entender mi fascinación por la táctica.

La táctica en el fútbol se organiza por líneas. Se suele jugar con varias líneas pero para simplificarlo vamos a suponer que solo hay dos líneas: la línea de defensas y la línea de delanteros. Primero se nombra la línea de defensas y después la de delanteros. El equipo de Joaquín en el patio del recreo jugaba con un clásico 0-6, es decir, 0 defensas y 6 delanteros. La gran novedad táctica de mi amigo Nicolás fue cambiar a Alcestes a la línea de defensa. Pasamos a jugar con un 1-5, es decir, 1 defensa y 5 delanteros.

En el fútbol como en las empresas solemos centrarnos en los objetivos principales. El objetivo principal de un delantero es meter goles. Si le pedimos que además defienda, su predisposición no va a ser la misma.

En las organizaciones, la táctica no ha evolucionado tanto como en el fútbol. En las organizaciones también hay dos líneas. La línea de los “defensas” que son los que ahorran y simplifican. Y la línea de los “delanteros” que son los que invierten y gastan.

Y en las organizaciones suele ocurrir como en los equipos de fútbol. No puedes poner a alguien de “delantero” y esperar que además “defienda”. Es decir, no puedes asignar un presupuesto de gasto e inversión con unos objetivos a un directivo y esperar que, además, simplifique y ahorre. Para simplificar y ahorrar van mejor los defensas, es decir, directivos del máximo nivel sin presupuesto de gasto, ni inversión con el único objetivo de defender, o sea, de simplificar y ahorrar. La gran mayoría de organizaciones “juega” con la táctica de Joaquín, un 0-6. Todos los directivos tienen un presupuesto de gasto e inversión, y se dedican a gastar e invertir. Si es posible, un poquito más que el año anterior.

Mi consejo, si es usted el Presidente de una organización o del Gobierno de una nación, es que agregue a la lista de directores generales y ministros actual, a un “nuevo” director general o ministro para que juegue de “defensa”. Es decir, que agregue a un “Alcestes”, con la única misión de simplificar y ahorrar. Y dígale como le dijimos a Alcestes: “Cada vez que veas una función que no aporta o que aporta poco, despéjala fuera”.

En la mayoría de organizaciones se pueden simplificar el 50%. En los Gobiernos se ha acumulado tanto “polvo” que se puede simplificar más del 70%. Como vimos en “¿Cómo recaudar el IVA en el sector de las drogas?”, los más de 10 impuestos actuales se podrían reducir a dos o tres o cuatro, recaudando lo mismo o más. El número de funcionarios que necesitaría Hacienda con unos pocos impuestos sería una cuarta parte.

Lo mejor de una táctica 1-5 (con un “Alcestes” con la misión de simplificar) es que en un país donde casi todo el mundo juega con el clásico 0-6, la ventaja competitiva de jugar con Alcestes, aunque solo consiga ahorros de un 10%, es abismal. Créanme, por experiencia, que será el mejor Bollycao invertido en toda su vida. ¡Felices sueños!

PD: René Goscinny es el inventor de “El pequeño Nicolás” y de sus amigos Alcestes, Joaquín y Eudes. Además es el inventor de otros inolvidables personajes como Asterix, Obelix o Lucky Lucke. Un grande.

PD2: Hola, soy Alcestes y me han puesto como objetivo simplificar el poder legislativo en España. El poder legislativo está compuesto por dos cámaras: el Congreso y el Senado. Son redundantes, por lo que se podría eliminar el Senado y mejorar el funcionamiento. Ahorro de 266 senadores, un 43%. Los Diputados son elegidos por circunscripciones electorales que desvirtúan la representación. Sería más “justo” una única circunscripción y dado que en Estados Unidos (que es 10 veces más grande que España) únicamente hay 100 senadores, se podría reducir el numero a 100. Ahorro de otros 250 diputados, un 84% de ahorro acumulado. Además los diputados están organizados por partidos políticos con un funcionamiento jerárquico y unidad de voto. Lo más significativo de que un partido tenga muchos diputados es que tiene muchos votos. Pero si acumulamos el voto en el líder del partido, seguramente no tenga sentido tener tantos diputados. Dependería de la utilidad de las Comisiones y funciones en las que participan. Otra ventaja significativa de reducir el número de diputados es que se “encarece” la representación, es decir, se necesitan más votos para conseguir un diputado. Encarecer la representación eliminaría partidos minoritarios con objetivos locales, que desvirtúan la búsqueda de la igualdad de todos los ciudadanos que debe imperar en el poder legislativo como reconoce la Constitución. Requeriría un análisis más detallado pero un número de diputados en el entorno de 35 podría ser un número óptimo. Ahorro de otros 65 diputados, quedando un ahorro acumulado superior al 94%. Quedaría un sistema legislativo más eficiente, más representativo y con mayor vocación de Estado y de igualdad ciudadana. Creo que hoy me merezco dos Bollycaos J


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