Decía Mark Twain, que en realidad
se llamaba Samuel como uno de mis hijos, que hay tres clases de mentiras: la
mentira, la maldita mentira y las estadísticas. Nunca había visto las
estadísticas como una mentira más grande que una maldita mentira hasta el otro
día que vi los resultados estadísticos de una encuesta realizada entre jóvenes
universitarios de segundo año de carrera. En Estados Unidos a los estudiantes
de segundo año les llaman “sophomore”. Es una edad complicada los 20 años. No
eres ni joven, ni adulto. Se podría decir que eres un joven adulto.
En la encuesta preguntaban a los
“sophomore” por sus metas en la vida. Más del 80% respondió que una de sus
metas en la vida era hacerse rico. Y un 50% dijo que otra de sus metas en la
vida era ser famoso. Nuestros jóvenes adultos se esfuerzan y estudian en las
universidades para ser ricos y famosos. ¿Dónde hemos perdido que la felicidad
es el secreto de la vida?. ¿Cuándo nos hemos olvidado de transmitir a nuestros
hijos que el principal objetivo es ser feliz?. ¿Qué tengo que hacer para que
Samuel cuando sea un “sophomore” estudie y se esfuerce para ser feliz y no para
ser rico y famoso?.
La verdad es que el momento del
año en el que más nos acordamos de la felicidad es en Navidad. Nos deseamos una
¡Feliz Navidad! en compañía de nuestros familiares y amigos, y nos convencemos
de que: “Una vida buena y feliz se construye en base a unas buenas relaciones
con tus seres queridos”.
La idea es tan mágica: “Una vida
feliz se construye en base a unas buenas relaciones con tus seres queridos” que
debería ser verdad. Y si algo queremos que sea verdad no solo debemos desearlo
sino que tenemos que trabajar para que sea verdad. Por ello, vamos a hacer que
sea verdad.
Saben que soy un defensor del
método científico como refrendo de cualquier hipótesis. Tenemos nuestra
hipótesis. Desarrollemos un experimento que avale nuestra mágica teoría.
Hagamos un experimento con nuestros “sophomore” o jóvenes adultos, que están
convencidos de que la meta en la vida es el dinero y la fama, y veamos cómo
evolucionan en sus percepciones en la vida. Rastreemos el resto de sus vidas,
año tras año, preguntándoles por su trabajo, su familia, sus amigos y su salud,
y veamos quienes son, los que cuando llegan a octogenarios, son más felices y
tienen una salud mejor. Le vamos a llamar: “Estudio de Desarrollo de Adultos” y
vamos a reclutar para que la muestra sea representativa entre 500 y 1000 jóvenes
adultos: algunos universitarios de segundo año y otros de los barrios más
pobres y de las familias más desfavorecidas.
Tenemos dos problemas. El primero
es que se lo tenemos que encargar a una universidad de prestigio para tener
credibilidad y eso va a ser caro. Seguramente Harvard sea una de las
universidades más famosas y confiables del mundo. El segundo es que no
tendremos los resultados del experimento hasta dentro de 80 años, en 2098.
Tenemos que cambiar el enfoque.
Si queremos tener los resultados hoy, empecemos el estudio hace 80 años. Y como
estamos en Navidad, vamos a pedírselo con todas nuestras fuerzas a Santa Claus.
Cerremos los ojos, concentrémonos en el deseo, contemos hasta 3 mientras
escuchamos la sonrisa de Santa Claus: “Jo, jo, jo, jo”, y … ¡Deseo Concedido!.
El 24 de diciembre de 1938, Santa
Claus disfrazado de WT Grant (Grant en inglés significa “conceder” de “Deseo
Concedido”) donó 60.000 dólares a la universidad de Harvard para que pusiesen
en marcha el “Estudio de Desarrollo de Adultos”. Reclutaron para el estudio a
268 “sophomore” de Harvard y a 456 jóvenes adultos de los barrios más pobres de
Boston. Uno de los “sophomore” fue el amante de Marilyn Monroe, JFK, que en
1938 era estudiante de segundo año en Harvard.
El Estudio ha generado cientos de
miles de páginas que ahora están intentando digitalizar. En la página de la
organización (adultdevelopmentstudy.org) pueden ver los detalles del estudio y
cómo están reclutando a los hijos de los primeros 842 voluntarios para
continuar la investigación. Le he pedido al Director actual del Estudio, Robert
J. Waldinger, que nos haga un resumen con las conclusiones del Estudio en TED
Boston (Lessons from the longest study on happiness). Pueden poner subtítulos en español.
La conclusión principal del
Estudio es la que habíamos pedido como regalo: “Las buenas relaciones con nuestros
seres queridos nos hacen más felices y nos hacen tener mejor salud”. Pero, como
en España somos afortunados y además de Santa Claus tenemos a los Reyes Magos,
nos han regalado tres regalos o conclusiones que no habíamos pedido. La primera
es que las conexiones sociales nos sientan bien y que la soledad nos mata. La
segunda es que “tener buenas relaciones sociales” no tiene que ver con la
cantidad de familiares que tenemos o la cantidad de amigos que tenemos, lo que cuenta
para que seamos más felices es la calidad de las relaciones. Los conflictos y
las discusiones son peores que la soledad. Y la tercera es que “las buenas
relaciones” no solo protegen nuestro cuerpo también protegen nuestro cerebro.
Son la mejor “vacuna” para prevenir los “achaques” de la edad.
Así que en estas Navidades y el
resto de sus vidas, recuerden cada día cuidar a sus familias y amigos. Sin
rencores. Sólo amor y humor. Como dice Samuel, no mi hijo sino Mark Twain, “la
vida es demasiado breve para disputas, tenemos que dedicar todo nuestro tiempo
a querer y a cuidar a los demás”. Y si así lo hacen, la magia de la Navidad les traerá una vida más
feliz, más larga y con más salud. Palabra de Santa Claus y palabra de Robert J.
Waldinger. ¡Felices sueños! y ¡Feliz Navidad! Jo, jo, jo, jo.
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