Hace exactamente 50 años, el 20 de julio de 1969, y unos cuantos minutos antes de que Neil Amstrong dijera la famosa frase: "Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad", el Águila comenzó la maniobra final de descenso a la Luna. Habían completado trece órbitas lunares. Sí, trece, el número de la mala suerte. En aquellas fechas, la NASA tenía una de las redes de ordenadores más potentes del mundo. Los ordenadores permitieron simular las condiciones de gravedad lunar y diseñar los programas de control del Águila para aterrizar sin dañar la nave y utilizando el mínimo de combustible. Hoy en día cualquiera de nosotros llevamos en el bolsillo un teléfono móvil con mayor capacidad de procesamiento que cualquiera de los ordenadores de los que disponía la NASA en 1969. Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con un famoso entrenador de tenis. Me contó que en su escuela inculcan tres normas perfectamente priorizadas. La primera no...