En el año 2002, el psicólogo israelí Daniel Kahneman (Tel
Aviv, 1934) fue laureado,
conjuntamente con Vernon Smith, con el Premio Nobel en
Ciencias Económicas por haber integrado aspectos de la investigación
psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio
humano y a la toma de decisiones bajo incertidumbre.
Una de las reflexiones más interesantes de Daniel Kahneman
se refiere al cortoplacismo de la política actual: “Las emociones se evocan más
rápidamente y con mayor intensidad por cosas inmediatas. Las democracias
funcionan así y la gente se ve obligada a pensar a corto plazo. Es uno de los
grandes problemas de las democracias”. Y nos dice que: “Un buen líder es el que
logra que la confianza colectiva en decisiones a largo plazo se imponga sobre
la incertidumbre a corto plazo”.
El portal web del ayuntamiento de Madrid “reza”: “Madrid
Central es una zona de bajas emisiones que comenzó a funcionar el viernes 30 de
noviembre de 2018. Esta medida, contenida en el Plan A de Calidad del Aire y
Cambio Climático, favorece al peatón, la bicicleta y el transporte público, (…).
El distrito Centro se convierte así en un pulmón para la ciudad en pleno
corazón de Madrid”.
¿Cuánto ha mejorado la calidad del aire en la Puerta del
Sol?. Es difícil de saber porque a nuestros dirigentes no les gusta mucho el
“método científico”. Eso de definir previamente un indicador, hacer mediciones
y fijarse objetivos de mejora que justifiquen la inversión, no dejan de ser
“recetas” de Galileo Galilei para gente con tiempo. Y en el siglo XXI, parece
que nos hemos quedado sin tiempo.
Siguiendo con la mejora de la calidad del aire, después de 4
meses de Madrid Central, en la Puerta del Sol, supongo que habrá mucho
pesimista que piense que la mejora ha sido de un 0%. Y supongo también que
habrá optimistas que piensen que un 3% o un 5%. ¿Cuál es la estimación del más
optimista de los optimistas? ¿Un 10%?
Y, ¿cuánto cree ese señor o señora “super-optimista” que
mejorará la calidad del aire con las medidas de Madrid Central en los próximos
10 años? ¿Otro 5%? En total, ¿un 15%? Y, ¿ese 15% de mejora se traducirá en un
empeoramiento de la calidad del aire en la zona que rodea a Madrid Central? ¿Lo
comido por lo servido? O, ¿hay mejora neta, considerando todo el área de
Madrid?
Si realmente queremos mejorar la calidad del aire, en el año
2030, de Madrid Central, de toda la ciudad de Madrid, de toda la Comunidad de
Madrid o de toda España, no nos sirve con medidas “cortoplacistas” de “dudosa”
eficacia. Ya se que “las emociones se evocan más rápidamente con cosas
inmediatas”. Pero, quizás, en estas próximas elecciones, alguien se disfrace de
líder y “logre aunar esa confianza colectiva en una decisión de largo plazo”.
La mejor manera de mejorar la calidad del aire es evitando
que se contamine. Y, ¿quién o qué lo contamina? Principalmente, los coches. Y,
¿para qué usamos los coches? Principalmente, para ir a trabajar. Y, ¿por qué no
trabajamos desde casa? Pues, …
Según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en
el Empleo, “Las personas que trabajan desde su hogar equivalían a mediados de
2018 al 7,4% del total de ocupados en España”.
Y según otro estudio de Randstad, “el 68% de los empleados
españoles desea teletrabajar pero no puede porque su empresa no lo permite”. Por
grupos de edad, los empleados que más solicitan el teletrabajo son los más
jóvenes (un 78% para los empleados de 25 a 45 años).
Diversos expertos han estimado que "actualmente, entre
el 55% y el 65% de los puestos de trabajo (incluida la Administración Pública)
en España necesitan únicamente un ordenador y un teléfono para ejercerse y
podrían realizarse desde casa con una infraestructura adecuada”.
Si tenemos la opción de llegar a un 60%, si estamos solo en
el 7,4%, ¿nos podemos plantear un objetivo de duplicar (un 14,8%) en 11 años
(2030)? Y, ¿triplicar (un 22,2%)?
¿Cuánto mejoraría la calidad del aire? Un 7,4% del total de
ocupados equivalen a 1,43 millones de personas. En España empleamos una media
de 1 hora, considerando todo tipo de transporte, en desplazarnos al trabajo. Es
decir, si duplicamos, evitaríamos cada día 1,43 millones de horas de
desplazamientos en un medio de transporte. Unos contaminan más, otros menos,
pero todos contaminan. Evitaríamos, cada día, 1,43 millones de horas
contaminando el aire de España. Cada día. Y ganaríamos 1,43 millones de horas
para producir más o para consumir más o para simplemente “desestresarnos” y
mejorar nuestra salud. Cada día, 1,43 millones de horas. ¿No es un bonito
objetivo para el 2030?
Solo necesitamos un líder entre nuestros políticos. Un líder
que incluya explícitamente en su programa un compromiso de incremento del
teletrabajo para la próxima legislatura.
Un líder que proponga medidas como “una reducción del 50% en
la cuota de la seguridad social para los tele-trabajadores” o “un impuesto a
las empresas por metro cuadrado de oficina“ o “una reducción en el impuesto de
sociedades por inversión en infraestructura para el teletrabajo” o que “el
gasto en alquileres no sea fiscalmente deducible”.
El líder también debería dar ejemplo y organizar alguno de
los plenos del Congreso o del ayuntamiento por teleconferencia o directamente
por twitter. Es importante demostrar a la sociedad que una reunión por
teleconferencia o por chat puede ser igual de eficiente o más que una
presencial. Así, de paso, también mejoraría la “transparencia”.
Y, por supuesto, debería fijarse un objetivo de alcanzar en
su administración un objetivo de teletrabajo muy superior al objetivo fijado
para el resto de la sociedad.
Y ahora que está de moda la “España Vaciada”, seguramente,
el teletrabajo es una de las mejores, sino la mejor, esperanza de repoblación a
largo plazo. Dos propuestas electorales o tres, al precio de una.
Pero es difícil que aparezca ese líder porque, como dice
Kahneman: “Las democracias funcionan así. La gente se ve obligada a pensar a
corto plazo. Es uno de los grandes problemas de las democracias”.
Aunque también dice Kahneman que: “Nada es tan grave como
parece cuando lo piensas”. Y tiene razón. Hay problemas mucho más graves que el
déficit de teletrabajo, la calidad del aire o la España Vaciada.
Un tipo “curioso” este psicólogo israelí con un Premio del
Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel. ¡Felices
sueños!
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